Esos seres grotescos

lunes, 25 de junio de 2012





Esos seres grotescos





Emmeline hizo una mueca de dolor y soltó un bufido, fastidiada. Se colocó correctamente el gorrito de dormir y le señaló a Hannah, una de las doncellas, un cojín rojo tirado sobre un sillón de terciopelo.
La vejez hacía estragos hasta en la persona más enérgica. Y pensar que se pasó toda la vida recorriendo las calles en busca de mujeres valientes que se unieran a su causa, atravesando momentos de verdadero infierno durante sus huelgas de hambre, encarcelamientos e innumerables insultos lanzados por miembros de la sociedad de su amado país, y nunca notó ni el más mínimo síntoma de cansancio. Pero ahora las cosas eran distintas. A sus setenta años cumplidos con orgullo, su recorrido por el sendero de la vida estaba llegando a su fin, y era lógico que la fortaleza de la que se jactó en su juventud comenzara a abandonar a aquel saco de arrugas en el que se había convertido su cuerpo.
Hannah se acercó con el cojín escarlata y sonrió.
- Señora, ¿desea que se lo acomode tras la espalda?
Emmeline asintió. La joven criada obedeció y le dejó una tisana encima de la mesa.
- Tómesela despacio. La ayudará a dormir.
La anciana ahogó un bostezo y despidió a la sirvienta. Se recostó en el mullido colchón de plumas y miró al techo de yeso, recordando sus aventuras con las chicas del transgresor y alocado movimiento sufragista. Corría el año mil novecientos veintiocho, y a pesar de que en los Estados Unidos de América las mujeres ya podían votar desde hacía casi una década, el gobierno de Inglaterra continuaba empecinado en sostener y mimar a un sistema machista y arcaico donde las féminas apenas tenían derechos.

No supo en qué momento los brazos de Morfeo la acunaron y la sumieron en un sueño profundo, mas cuando volvió a abrir los ojos era joven de nuevo, y caminaba por las calles londinenses junto a otras amas de casa. El vigor había regresado a sus huesos, y sus cabellos encanecidos ahora eran castaños.
Estaba en medio de una hermosa ensoñación. Y no quería despertar.
Con paso firme se dirigía con un grupo de señoras hacia Downing Street, la residencia del primer ministro británico. Las manifestantes izaban orgullosas las enormes pancartas como si fuesen la bandera de la patria mientras gritaban a pleno pulmón: “¿tenemos derecho a pagar impuestos?¡pues también a votar!”
Era feliz entre protestas y mítines. Había dedicado su juventud a luchar para que las niñas de las futuras generaciones gozaran de una libertad que a sus antepasadas les fue negada, y su esposo, que la apoyaba en todo lo que se proponía, siempre compartió esa difícil carga con ella. Su adorado Richard. Le echaba tanto de menos...
Una ráfaga de viento azotó su rostro y su sombrero se precipitó en el suelo. Se agachó para recogerlo, cuando de pronto oyó:
- Shhh... shhh...
Miró de reojo a una esquina oscurecida por la sombra de la pared de un vasto edificio de mármol. Allí, entre dos muros blanquecinos, se ocultaba una criatura de poco menos de un metro de estatura. Emmeline se alejó del gentío, aproximándose al objeto de su escrutinio.
- ¿Hola? ¿Puedo ayudarte en algo?
Una cara pétrea se asomó y Emmeline dio un respingo.
- No te asustes, por favor. No voy a hacerte daño.
Su interlocutora salió de su escondite, temblando. Para sorpresa de la joven, se trataba de una estatua. Una estatua... ¿viviente?
- Me he caído del tejado – murmuró la escultura señalando una de sus garras, que se le había partido por la mitad –. Necesito ayuda para regresar arriba con mis compañeras, sin embargo no me he atrevido a pedírsela a nadie.
- ¿Por qué? - inquirió Emmeline con curiosidad.
El pedazo de roca parlante esbozó una triste sonrisa.
- Soy una gárgola, señora. Un monstruo para los de ahí fuera, al igual que usted. Embellezco los edificios que los humanos construyen, evito que sus tejados se inunden en días de lluvia, y los protejo de malos espíritus. Pero mi grotesco aspecto les asusta, y me tienen como a una enemiga.
Emmeline se arrodilló frente a aquel ser tallado en piedra y lo miró fijamente. “Al igual que usted”. Evocó las repetidas ocasiones en las que las sufragistas eran víctimas de odiosas sátiras y caricaturas en los periódicos locales, de humillaciones públicas y ultrajes varios, por no mencionar a las damas que las apartaban de sus hijas contándoles horrores acerca de ellas.
Sí, también eran consideradas seres grotescos a los que arrinconar y olvidar como si jamás hubiesen existido. Y lo único que pretendían era hacer de este mundo un lugar mejor.
- Comprendo a la perfección cómo te sientes – dijo en un cálido susurro –. Nuestra sociedad no está preparada para recibirnos. Pero llegará un tiempo en el que eso cambiará, y se darán cuenta de que el temor a reformarse es uno de los peores defectos de la raza humana.
- Señora Pankhurst...
Emmeline abrió los párpados lentamente. Hannah se hallaba inclinada en el lecho, y la luz de la gran estrella diurna entraba a raudales por la ventana.
- Buenos días. ¿Ha logrado descansar? - preguntó la doncella.
La mujer hizo un gesto afirmativo con la cabeza.
- Buenos días, Hannah. He dormido plácidamente, pero esta noche tuve un extraño sueño...
Hannah dejó una bandeja de plata en la mesita de noche con el periódico que Emmeline leía cada mañana.
- Pues tiene que leer la noticia que sale en la portada, señora – aseveró con los ojos brillantes de emoción.
Emmeline tomó las enormes hojas de papel entre sus manos y hundió el rostro en ellas. Al levantar la vista sus iris claros estaban envueltos en gruesas lágrimas de alegría.
- Lo hemos logrado, Hannah – musitó, riendo de felicidad –. Ya puedo morir en paz.
La septuagenaria acarició los titulares del periódico e inspiró hondo. Si Richard viviera estaría compartiendo su dicha en ese instante. Por primera vez en la historia del Reino Unido, el parlamento británico aprobaba el sufragio femenino en la Ley de Representación del Pueblo.
Llegará un tiempo en el que eso cambiará”.
Emmeline tomó a Hannah de las manos y ambas rieron, satisfechas. Tras muchas batallas perdidas, habían ganado la guerra.



Dedicado a todas aquellas mujeres que no se rinden ante la adversidad.




Nota: Emmeline Pankhurst (1858 - 1928) fue una de las fundadoras del movimiento sufragista en el Reino Unido. Murió a la edad de setenta años, tras haber logrado su sueño de ver a las mujeres caminando hacia las urnas para elegir a sus gobernantes.







24 comentarios:

Anónimo dijo...

Ha sido un esperanzador relato. Quien haya perseguido un sueño y lo haya alcanzado tras mucha tribulación se indentificará con las palabras de la anciana Emmeline...

Paula dijo...

Muy hermoso el relato, conozco poco del movimiento sufragista, aunque sí sabía de Emmeline Pankhurst y sus luchas.
Creo que el desafío del concurso era difícil con estos personajes, pero lo has plasmado muy bien, me ha hecho emocionar la gárgola, ¡pobrecilla! y luego la llegada de las buenas noticias en el periódico!
Muy bien resuelto, me ha gustado mucho!
Besos!

Gabriela Szuster (Gamyr) dijo...

Me gustó mucho tu relato Miranda, logras emocionar con tus letras. Gracias :)

taty dijo...

Bravo por Emmeline, casi un siglo después de su muerte todavíaq recibe tributos.

Te quedó bueno el relato, muy difícil poner a estos personajes juntos.

Saludos!

Aglaia Callia dijo...

Qué bonito relato, me encantan estos retos en los que con tan solo un par de palabras, el escritor puede crear toda una historia, como esta, hermosa.

Besos.

Lydia Pinilla dijo...

Hermosa historia. Hay que luchar por los sueños, por imposibles que sean
Gracias por tu relato, sin duda, maravilloso.
Saluda,
Lydia

Unknown dijo...

Gracias por vuestros estupendos comentarios. Sin duda esta mujer es todo un ejemplo a seguir.

Abrazos.

La Dame Masquée dijo...

Hermoso homenaje a una mujer valiente. Creo que debemos mucho a Mrs. Pankhurst y sus hijas. Aquello por lo que ellas lucharon se ha conseguido, pero aún queda tanto camino por recorrer...

Feliz tarde, madame

Bisous

Unknown dijo...

Me gustó mucho tu historia. Muy bien narrada y muy interesante.
Saludos :)

MariCari dijo...

Impresionante relato, bien, bien construido y armado con canalones y todo... perfecto, he vivido el sueño de tu protagonista como si fuese real... Bss

Unknown dijo...

Excepto por nuestro amigo Ever, son todas mujeres las que han pasado por aquí, eh?
Cómo se nota el ambiente, jaja!!

Besos a tod@s.

Dora Ku dijo...

Miranda:Me hiciste recordar a Flora Tristán, sufragista francesa(que por cierto fue abuela del pintor Paul Gauguin). Fue,entre muchas, una mujer entregada a defender los derechos de las mujeres y los trabajadores.
Tu relato es hermoso, más porque está dedicado a todas esas mujeres, gracias a las cuales conseguimos haber sido elevadas a un rango igualitario, habiendo sido ciudadanas de segunda frente a los derechos constitucionales (como gárgolas). Lo malo es que muchas todavía no se enteran y se dejan pisotear.
¡¡FELICIDADES!!: Doña Ku

Raquel Campos dijo...

Me ha gustado mucho tu relato, a pesar de tener dos personajes muyy diferentes has logrado escribir un relato muy bonito y con una gran mujer como protagonista.
Felicidades!! Un beso!!

mientrasleo dijo...

Me ha gustado el relato, un ejercicio difícil con personajes tan dispares y has ido ganando fuerza a medida que llegabas al final.
Besos

princesa jazmin dijo...

Querida!ya te encontré de nuevo!qué gran noticia lo del libro, me encanta que algo tan bueno haya sucedido, te mando un abrazo y felicitaciones!la portada está preciosa, y la historia estuvo increíble. Eres muy talentosa y me alegro contarte entre mis amigos virtuales, es un honor.
Tú y Akasha(ahora Elizabeth Bowman) a las que leía con expectación ahora son escritoras de papel, y ya no sólo en el mundo virtual.
Me siento muy orgullosa de ambas.
Será un placer visitarte aquí en tu nueva casita.
El relato, fantástico.
Nuevamente, felicidades.
Un abrazo!
Jazmín.

Unknown dijo...

Qué bendición es para las mujeres el poder contar con esa libertad que antes no se tenía, verdad? así que la próxima vez que tengáis pereza para ir a votar, pensad en la querida Emmeline y todas las mujeres que lucharon con ella para que gozemos de privilegios antes reservados solo a los hombres.

Jazmín, niña, qué alegría encontrarte por aquí! sé bienvenida, al igual que los demás.

Un beso.

mientrasleo dijo...

No hace tantos años además, de estos grandes logros.
Besos

Unknown dijo...

Hola Miranda he recalado en tu blog casualmente y tu relato me ha enganchado desde el primer momento por dos causas, la primera la lucha de las mujeres, parece que las nuevas generaciones féminas, olvidan lo mucho que se ha sufrido y las pérdidas producidas para que ellas aprobechen los logros conseguidos y la segunda las gárgolas, son un motivo de inspiración total para mí, no se muy bien porqué pero me fascinan, así que con este recibimiento no puedo por menos que seguir tus letras alla donde vayan. Saludos desde Tenerife-Canarias-España y te de jo enlace de mi blog por si quieres conocerlo, tiene el nombre de un dulce típico de aquí gofio con miel, se amasa, se corta en rodajitas y ¡a comer!
http://gofioconmiel.blogspot.com.es/

Ricardo Miñana dijo...

Inquietante relato, gracias por compartir.
que tengas un buen fin de semana.
un saludo.

Maria Carmen Martinez Molina dijo...

Me has trasladado a la esquina donde la gárgola se esconde para no ser vista, he hablado con Emmeline y he conocido sus temores, sueños y esperanza y eso por tu buen relato, has construido una historia que podría ser real incluyendo a la gárgola, por cierto me gustan mucho.
Escribes de maravilla, interesas al lector.
Un beso y felicidades por este reto tan bien conseguido.

Angy J. W. dijo...

Me ha gustado mucho, es un relato hermoso y, como bien han dicho, esperanzador. Me han encantado los personajes, y el hecho de que escribieras sobre Emmeline.

María O.D. dijo...

Hola, me encantó tu relato, es muy tierno y muy real, :)

Athena Rodríguez dijo...

¡Vaya!

Tu relato es encantador, fue bastante sencillo seguir la historia, me ha parecido plagada de bellas imágenes y con un mensaje muy profundo. Además, escribir algo con un fundamento histórico nunca ha sido fácil, por lo que te dedico un aplauso desde mi morada.

Gracias por compartir tu relato y por comentar el mío.

¡Saludos!

Pilar Alberdi dijo...

Precioso.Vencer también es saber esperar.
¡Bravo por las mujeres que nos indicaron el camino de nuestros derechos!
Un abrazo.

 
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